El Agua, elemento sagrado de la vida. |
EL AGUA , ELEMENTO SAGRADO DE LA VIDA |
En
estos tiempos, se celebra el día internacional del Agua. Un festejo
más, un festejo menos, donde la presencia y conciencia por la vida, no
se dejan ver por el materialismo del querer salir de la pobreza que nos
atañe a todos, según nosotros.
La
falta de este líquido fundamental, se puede ver como lo más vil y pobre
de cualquier pueblo que está hundido en la peor de las miserias y que
se convierten inmediatamente en el ejemplo efímero de que nunca hubo
políticas de desarrollo social y sostenido.
El
Agua, palabra casi sagrada, donde el hombre aún mete sus manos y logra
contaminarla, con su propia mezquindad, saciando su sed de hoy, pero no
la sed del mañana, como una necedad sacada de su propia existencia
egoísta, como si fuera la única existente.
El
Agua, valor divino que sostiene la vida , el tiempo y la existencia,
sin producir otro sonido que el que lleva en si mismo a través de los
Polos, los ríos, cataratas, lagos y mares, como un silencio que a todos
atañe, para resguardo mismo de nuestra vida.
Todos
dependemos del Agua, pero también somos víctimas del abuso y
destrucción de lo vital. Cada habitante sobre la faz de la tierra,
debería declararse guardián del Agua, para sustento de las presentes y
futuras generaciones, pues todos sabemos que vivimos del Agua, pero no
hemos sido sus creadores.
Estamos
tan acostumbrados al Agua, que no nos hemos podido percatar de que hay
pueblos que sobreviven con el mínimo y que se tiene que caminar muchas
distancias, para lograr tenerla entre las manos y calmar la sed. Todo
el Planeta depende del Agua ¿Pero hasta cuando cimentaremos nuestro
actuar en el razonamiento y no en la necedad?
Estamos
esperanzados en conquistar otros planetas y evidenciar más vida en
ellos, esperando que este maravilloso líquido exista, pero ese es el
otro testimonio de nuestra testarudez de poder coexistir con nuestros
semejantes y es una verdadera vergüenza, que en estos tiempos la pobreza
nos rebase por un simple egoísmo. ¿Cómo queremos trascender, si hemos
hecho a otros pueblos más pobres?
Contaminar lo sagrado, es dictaminar nuestra propia destrucción.
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