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miércoles, 23 de octubre de 2013


 EL IMAGINARIO ESCULTÓRICO DE LUIS CARLOS




De Luis Carlos se ha dicho:

Al igual que la escultura monumental del arte egipcio, las obras de Luis Carlos nos obligan a detenernos frente a ellas, desafiándonos a escudriñar los secretos que ocultan esos rostros hieráticos y alertas, llevados a una total purificación geométrica. La importancia de la obra de Luis Carlos no radica en la introducción de nuevos estilos a la cultura occidental. Su fundamento se encuentra en la energía vital que manifiestan, lo que les da universalidad, rompiendo barreras geográficas, temporales y étnicas. (Marta Regina de Fahsen, Luis Carlos, escultura 1994, Galería de arte Plástica Contemporánea)

 Luis Carlos arbitrariamente, como todo artista creador, se nutre directamente de su cultura prehispánica ancestral e indirectamente ha mirado a artistas de su propio entorno, tomando de notables figuras internacionales  todo lo que para él valoriza una concepción de arte y vida. En en sus obras se evidencia la rigurosa disciplina a que se ha sometido el autor, que no le permite hacer concesiones ni dejar cabos sueltos. Su obra obedece a una necesidad interna en la que él no es más que un medio, sin intereses, sin intenciones, sin objetivos conscientes. Su actitud, basada en postulados científicos y filosóficos lo ha conducido a realizar una obra cargada de un profundo sentimiento humanístico. (Guatemala, 1952, texto de Bélgica Rodríguez, curadora Carmen de Carlos: I Bienal Latinoamerica de Lima, Perú, 1997)

La concepción de la obra de Luis Carlos parece ser contradictoria: su concepción escultórica no es realista -en cuanto a modelos reconocibles en el mundo visible- pero si es figurativa en cuanto a la búsqueda de una esencia interna de la forma humana, explorándola como portadora de un significado único. (Guatemala, 1952, texto de Bélgica Rodríguez, curadora Carmen de Carlos: I Bienal Latinoamerica de Lima, Perú, 1997)

Elmar Rojas, escribió en el libro Magia y Realismo, Arte Contemporáneo Centroamericano, publicado por Galería Trio’s, en Honduras, 1992: Luis Carlos ha sido el escultor de más recia decisión al considerar que si se puede hacer obra valiosa con tan admirable medio. Revitalizó el movimiento, e hizo que en las salas naciera el canto de la escultórica. Profesionalizó y rompió el tabú de la obra exclusiva. Hizo que caminara el volumen mágico de la escultura como aporte de penetración, e incetivó a muchos escultores dormidos a seguir su ejemplo de claro reto a la libertad artística. Se seuma a este empuje, un profesionalismo técnico que sin duda cimenta la realidad de un arte serio y perdurable.


EL IMAGINARIO ESCULTÓRICO DE LUIS CARLOS

La escultura moderna nace en el último cuarto del siglo XIX, con Rodin. Su principio fue volver a la naturaleza, sin intentar el rompimiento con el realismo. En el siglo XX, esta postura cae ante el cubismo, originado en la síntesis del espacio y el concepto de construcción intuido por el pintor Cezanne, y a la influencia del arte negro. La novedad de la nueva tendencia se debió a la forma y la luz y al valor constructivo o de estructura de las obras.

Roberto González Goyri opinaba que el cubismo es un arte abstracto, ya que destruye la realidad tangible y la recrea por medio de formas absolutas, con un valor plástico intrínseco independiente del objeto que representa. Para González Goyri la abstracción, no quiere decir separación de la humanidad ni la naturaleza, significa que la realidad es vista por el escultor como un elemento plástico: la forma.

En ese ámbito principió a desarrollarse la primera generación de escultores modernos latinoamericanos, conociendo la obra cubista, constructivista y postcubista, manifestada en obras de artistas como Lipchitz, Tatlin, Rodchenko, Gabo, Pevsner, Moore, Arp, Noguchi, Julio González, Ernst y Giacometti.

En Guatemala, a finales del siglo XX, la escultura estaba prácticamente ausente. La imaginería guatemalteca estaba relegada a pequeños talleres artesanales. El vaivén político no dejaba espacio para la creación artística. Recordemos que, tanto los escultores prehispánicos como los coloniales, trabajaban por encargo, dominados por las visiones de los gobernantes en el primer caso, y por los colonizadores, en el segundo.

Cuando los jefes fueron sustituidos por clientes que tenían gustos y costumbres que no eran de su época, los escultores, en lugar de expresarse de acuerdo con sus ideales artísticos propios del momento, aplicaron los cánones viejos. En un momento histórico, el  gobierno decidió hacer encargos a los artistas, y viendo que eran pocos, dispuso contratar a un grupo de escultores italianos.

Al iniciar el siglo XX, las corrientes europeas llegaron de España Santiago González, de la escuela de escultura moderna y Jaime Sabartés, amigo y secretario de Picasso. Ambos son el punto de partida para el arte moderno guatemalteco. En esos años, muchos jóvenes artistas salieron del país, o se fueron a las provincias. Cae un dictador, pero llega otro. Rafael Yela Günther regresa de Europa y aparece Rodolfo Galeotti Torres. Al triunfar La Revolución de 1944, en contra de la dictadura de Ubico, surgen Dagoberto Vásquez, Adalberto de León, Julio Urruela, Mario Alvarado Rubio, Eduardo de León, Roberto González Goyri, Arturo Tala García, Max Saravia Gual, Guillermo Grajeda Mena y Efraín Recinos.

Varios de antes los mencionados salen becados para hacer estudios en el exterior. Un nuevo rumbo se abre para la plástica nacional. La escultura en Guatemala, como en el resto del mundo, se bifurca. Por una parte tenemos el arte abstracto y por otra el realista. Este es el ámbito en el que nace y crece Luis Carlos.

Carlos nació en la segunda mitad del siglo XX. Recuerda su paso por el Liceo Javier y lo lejos que estaba, en aquellos años, de su futura carrera en el ámbito de la escultura. Después de ejercer dos o tres oficios, descubrió la magia de modelar con arcilla y su habilidad para las formas tridimensionales. Y así, nace el escultor idealista, que encuentra en la fundición del bronce su vocación como ejecutor de grandes proyectos escultóricos propios y ajenos.

La escultura invadió su vida y se aferró a ella para siempre. Su inquietud por esta profesión lo llevó a México, en donde estudió licenciatura en Artes Visuales, de 1976 a 1980. En 1979 ganó el tercer premio en el Certamen Centroamericano de Escultura ESSO. En 1982 y 1986 obtuvo el primer premio en el Certamen Permanente Centroamericano 15 de Septiembre. En 1988, conquistó el primer premio en la bienal Carmen de Pettersen, del Museo Ixchel.

En 1889, Carlos fundó la Galería Plástica Contemporánea, dirigida por Carmen Albacete, con la visión de traer a Guatemala propuestas de arte hispanoamericano y ofrecer un espacio a los artistas nacionales y trabajar en la divulgación cultural para contribuir con la valoración de las artes plásticas en país. Publicó un boletín informativo para formar criterios sobre el arte moderno y fortalecer las interpretaciones propias del público.

Luis Carlos no se conformó con exponer lo mejor del arte visual guatemalteco de esos años. Con pasión, empeño, invirtiendo tiempo y dinero, sin temor al riesgo o a la crítica, trajo a Guatemala grandes exponentes de trayectoria mundial, tanto en pintura como en escultura. El espacio vino a llenar un vacío que se hacía sentir en el campo de la divulgación de la plástica internacional.

La fuerza de la vocación aunada con un carácter determinado e infatigable, lo impulsó a viajar para estar al día en los movimientos y tendencias que dominaban el medio escultórico afuera de nuestras fronteras. Recordemos que la escena escultórica nacional estaba dominada por Rafael Yela Günter, Guillermo Grajeda Mena, Dagoberto Vásquez Castañeda, Roberto González Goyri y Efraín Recinos.

En Europa, no hacía mucho que Picasso había introducido la descomposición geométrica como un nuevo lenguaje que apuntaló el desarrollo de la abstracción, e introdujo concavidades que sirven para incorporar el vacío como elemento escultórico. Destacan Archipenko, Lipchitz y Pablo Gargallo. En la obra de todos ellos se percibe la articulación de planos y la síntesis de formas propias del cubismo.

Brancusi experimenta cómo penetrar más allá de la apariencia, hasta llegar a la esencia y alcanzar la belleza eliminando detalles y simplificando formas. Julio González es el primero en utilizar el hierro de forma sistemática. Henry Moore crea una sugerente mujer, muy vital y madre, influido por la novedad de los temas mesoamericanos. Otro tema común fue la mujer asociada a la fertilidad, de inspiración prehistórica.

Así, se suceden los grandes de la escultura europea, Eduardo Chillida, Hans Arp, Ernst, Pevsner y Gabo. Dadaístas y surrealistas, entre ellos Duchamp, que revolucionó el mundo de la escultura al presentar como obras de arte una serie de objetos de la vida cotidiana; Giacometti; Jean Arp y Joan Miró. Del pop art al minimal art, a Salvador Dalí. Estos artistas van conformando el imaginario de Luis Carlos, inquieto investigador y estudioso por naturaleza.

LUIS CARLOS: ESCULTOR

Luis Carlos es un importante escultor latinoamericano, a ello hay que sumar que su visión le llevó a romper con los formatos estándar para la estatuaria doméstica, llevándola a una dimensión monumental más allá de la cotidiana.

Como artista formado en la academia de San Carlos en México, amalgamó su conocimiento estético con el técnico, para romper con la visión arcaica de la fundición del bronce en Guatemala.

A finales de la década del ochenta fundó la Galería Plástica Contemporánea, con la intención de romper los parámetros del espacio reducido de las galerías hasta ese entonces. A ello, sumó una nueva valoración para el objeto que terminó influyendo en la oferta y la demanda de su momento, que se reflejó en las subastas rotarias y Juannio.  Su visión le sumó dignidad al producto artístico llevándolo a un nivel de inversión.

La sumatoria de valores personales, aunados a un estilo propio y el respeto de lo que hace es lo que mejor lo define. Sus sugestivas formas llenas de curvas lustradas crean personajes que atrapan y nutren la imaginación. El Luis Carlos de todos los tiempos destaca por esa fuerza con la que crea contornos para llenar el eslabón que le corresponde en la historia del arte del país.

Guillermo Monsanto

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