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miércoles, 21 de agosto de 2013

Genocidio, una acción imborrable para una memoria histórica PDF Imprimir E-mail
Escrito por administrador dos    http://www.cidnewsmedia.com/index.php?option=com_content&view=article&id=7953:genocidio-una-accion-imborrable-para-una-memoria-historica&catid=40:existiendoenlaopinion&Itemid=85
Martes, 05 de Febrero de 2013 13:18
Indudablemente, esta impetuosa palabra genocidio, que bien podría ir de la mano con la palabra holocausto, se convierten de inmediato en las huellas más oscuras y macabras de una acción malvada producida en la mente y en el corazón del hombre para destruir, no solo a su semejante, sino a la destrucción de si mismo, como el resultado de estar ante un ser disociado, desconocido y desentendido de su propia existencia.

Son las palabras más siniestras que no quisiéramos trasladar a las siguientes generaciones, incluso las quisiéramos borrar de nuestras mentes y de nuestros propios diccionarios y no quisiéramos  confrontarnos con esa terrible situación de vivir nuevamente las vergüenzas y desvergüenzas de tales acciones y sus más oscuros resultados y llevar la cruenta historia  y revivirla,  pues tememos y dudamos sobre las grandes repercusiones sociales y generacionales y su gran aporte a los valores humanos de cómo enfrentar el hecho, sobre ese lapso de la historia en el tiempo, que solamente dejó dolor, abominación y tristeza por el resto de nuestras generaciones.

El genocidio, como el peor de los pretextos para cobrar una venganza, saciar la sed de ambición, cumplir la más estúpida de las ordenes, o simplemente vislumbrarse en el más profundo vacío de soledad, al quedarse absolutamente con todo lo material, con todo el poder y todo el dominio, con toda la riqueza, para hacer saber a la pobreza, cuan amarga es su existencia, se ha venido insertando en el contexto de toda la historia del hombre y la conformación misma de su realidad.  Países y reinos que surgen y desaparecen, historias que una vez existieron y fueron desterradas para siempre del recuerdo y de la memoria social, que casi ya no recuerda nada y  de muchos pueblos que se desgranitaron en su huída y   que salieron despavoridos por el mal provocado.  Ejércitos asesinos de militares o paramilitares, que cumpliendo órdenes locales o extranjeras, sirven de parias por centavos, para cumplir propósitos, que por su ignorancia, ni ellos mismos, nunca lograron entender.

Genocidio, un profundo y mal paso dado en el fango de la ambición, con una mala huella en el exterminio y en la ambición de una retorcida idea demoniaca de poder, de dominio, de autoridad y de placer, para los que quieren siempre jugar a ser dioses y sentirse dueños de la  vida, del tiempo y de la muerte, como un espejo de su propia realidad, de su propio juicio y de su propio tiempo que ya empieza a dar los primeros estertores de hacerse saber que su final eterno, en cualquier momento, podría llegar.

Muchos aún, se atreven a decir que no existió tal o cual genocidio, pues a ellos no les fue impedida, la forma de defensa y fueron parte de una lucha o de su propia lucha, eso significa guerra.  Genocidio, fue para todos aquéllos, que fueron despojados de toda forma de defensa, que les fue arrebatada toda su vida, toda su familia y todos sus sueños y cayeron como víctimas inocentes y como carne fresca de las líneas estúpidas de fuego cruzado, matándolos inmisericordemente dentro de la guerra, el frío, el hambre, o por que fueron el verdadero pretexto de exterminio, por haber participado en una guerra ideológica inexistente, para el gran beneficio de las mejores castas, razas o terratenientes privilegiados, que pondrían luego sus tierras en la mejor oferta de explotación minera y finiquitar un exterminio con la contaminación generacional, de su gente, de sus tierras y de su medio ambiente.

Un genocidio, que no terminará jamás.  Pretende matar lo físico, lo material, lo mental y lo espiritual y cargar de culpa e impotencia a la siguiente generación, que tendrá que superar semejante carga, para empezar un nuevo diseño de vida, de una vida empobrecida no por sus propias generaciones, sino por una heredad maldita de destrucción, por la ambición desmedida de una pretenciosa riqueza, que siempre redundará en la vanidad de pocos, que ya empiezan a ser parte de la historia, de esa historia que nadie quisiera recordar.

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