La inenarrable historia de Safu.
La inenarrable historia de Safu. |
Escrito por administrador dos |
Sábado, 18 de Octubre de 2008 22:18 |
Una situación de vida, una broma transformada en locura, teniendo
como fin el despertar en carcajadas de un personaje casi mágico, pero
existente. Por: Antonio Moran del Cid Director General Cid News Media.com www.cidnewsmedia.com Fotografía: Douglas Marroquin olivares dumar59@hotmail.com En Memoria de Víctor Hugo Juárez
(DEP)
www.GuatemalaEmpresaria.coml
Corría
la mañana tempranera de principio de año, donde no se entiende el día,
entre momentos de sol y calor que se confronta de súbito con el aíre
helado que traen los vientos norteños, que de tajo lo pone a uno, en la
terrible situación de lograr el encanto para realizar con gusto las
labores de la cotidianidad.
Ese día
me encontré un tanto apresurado, con tal de asistir a una Conferencia
de Prensa, convocada por la Asociación de gremiales de productores y
exportadores –Agexport- llegando finalmente a un evento el cual, no se
disponía aún a empezar con unos pocos que por accidente habíamos sido
puntuales, pero bueno, no pasa nada pensé.
Momento
oportuno para tomarme un café y esperar a los tardíos, mientras
terminaba de despertar. Con la misma urgencia, se acercó Víctor Hugo,
un colega con pasos misteriosos, pero no por su silencio, sino por el
peso de su maleta, que bien podría tomarse en cuenta para una medida
exacta como la arroba, le sugerí de inmediato que por qué no dejaba su
maleta en la silla y tenía la oportunidad de atenderse con más
comodidad, saludándonos luego con el necesario respeto, pude ver que su
bufanda negra tenía el logo de una marca famosa de una cerveza, que
después de tres, uno dice que es la mejor del mundo, además pude ver que
la solapa de su saco se corrió y vi que portaba por lo menos unos seis
lapiceros en la bolsa de su camisa, recordándome de los últimos
eventos donde había participado, sin guardarme el comentario le dije:
“No te podes quejar de no tener con qué escribir” ¿Verdad vos? Él con
su particular risa de Jigi, me contestó: Si no tenés, te puedo prestar
uno, pero yo sé que andás con ese aparatito de la agenda electrónica
(PDA) así que por baboso me deshago de mi colección de
lapiceros…terminamos la plática en risas, llegando el buen momento de
conocer los puntos reales de dicha conferencia de prensa.
Al finalizar el evento de Agexport, nos volvimos a encontrar en el elevador con este amigo y al llegar al primer nivel, me encontré con el Centro de Documentación de Agexport, donde todos los asociados pueden conectarse con la Web y lograr una buena expectativa de negocios, me detuve y le pedí a mi colega que me acompañara para utilizar el Internet y que mi información le ganara a cualquier Medio de Comunicación, abrimos presurosos la puerta y con la mejor de mis sonrisas saludé a todos con un muy buenos días y definitivamente nuestra entrada sorprendió a la encargada de atención al cliente, quién respirando despreocupada, nos atendió de inmediato, contándonos que el servicio tenía un costo mínimo y yo asentí, sin respaldarme en el ejercicio periodístico, pues estamos claros que todo servicio tiene un costo, el secreto está en poderle sacar el mayor de los beneficios a cualquiera de los costos que se nos presenten en el camino.
De
inmediato invadí uno de los cubículos y me propuse establecer contacto
con mi Medio de Comunicación y para mi mala suerte, el sistema no estaba
configurado para cuentas corporativas, eso significaba que no podría ni
accesar, ni mucho menos subir al portal ninguna nota, respirando
profundamente, solo oía a lo lejos la famosa risita de sorna de Víctor
Hugo, hasta que sintió mi mirada recalcitrante, donde al principio solo
saltaban por encima del monitor, unos cuantos colochos de su cabellera y
cuando al final hicimos contacto visual, se sorprendió y entre su
nerviosismo todavía hizo el cruel comentario: “Seño, es que él
descompone cualquier cosa, Jigi…”
La señorita encargada, un tanto preocupada por no poderme atender, consulto con el jefe de computo, mientras tanto yo probaba en otra maquina, pero de igual manera, me quedé con la sensación de cierta frustración, pero seguía oyendo la risita, juntamente con los colochos despeinados en movimiento de mi gran amigo… Mientras mi colega hacía gala de sus conocimientos de navegación en la Web, tristemente me fui acercando a la estación de la señorita que lo primero que me dijo, fue que lo sentía mucho, yo con toda la amabilidad le agradecí y preguntándole su nombre, me dijo que se llamaba María del Carmen, me sorprendió su don de gentes y el buen gusto que tenía por hacer de su trabajo una herramienta de excelencia, a tal punto que sin ningún remordimiento le pregunte la cantidad que le debía, incluyendo el tiempo del burlón de mi amigo que para colmo, me dijo que me cobraría solo lo de él, ya que yo no había podido accesar en ningún momento. De pronto, oímos una risa de más Jigi... y yo con mi cara de cometer cualquier tipo de delito, volví mi rostro y me encontré ahora, con la mirada de asombro de María del Carmen y fue en ese momento, cuando mi incomodidad, se transformó en una verdadera delicia, cuando le dije seriamente que sentía mucho el haber llevado a mi paciente al Centro de Documentación, ya que yo era Psiquiatra y que estaba sensibilizándolo y reinsertándolo nuevamente a la sociedad, pero que no se preocupara, ya que no era ningún paciente iracundo y que de ninguna forma estaba en peligro. Cuando la vi, estaba con la boca abierta y entre mordiéndose los labios, me vio con una cara realmente de terror y logró expresarme con toda la pena y reclamo, de que por qué lo había traído al lugar, pero nuevamente sonreí y le dí la certeza de que no pasaba nada y para una muestra, pregunté seguro y con cierto tono de autoridad ¿Vos Víctor Hugo, cuantas horas podes estar trabajando en una computadora? Él con voz ingenua, respiró y dijo: “Todo el tiempo necesario”, ¿Podrán ser unas diez horas? Con tono seguro dijo: “Eso y más” Miré a María del Carmen y le dije: “Ya vio, eso no es normal, pero no tenga ninguna preocupación, no le hará daño a los equipos y de todas formas le voy a revelar una frase como reflejo condicionado, como las que usaba Pavlov, en sus estudios de condición humana, para lograr que él sienta que está en un lugar seguro y familiar. Rápidamente me pregunto cuál era. Yo bajando un poco el tono de mi voz y casi, casi en secreto, le comente: “Usted con toda certeza y voz de autoridad tiene que decirle “Safuca la Peluca” Entonces él entenderá que se encuentra en lugar de toda confianza y que puede encontrar toda la atención que necesita y se merece.
Más
preocupada aún, me dijo: “Le cuento que no tengo sencillo para el
billete que me dio” ¿Será que a él no le dan algunas monedas para su
gasto diario,por cierto puede andar en la calle, sin problemas?
Definitivamente. Le respondí. ya que él ha superado casi todas las fases
más profundasy lo último que le queda es aceptar su propia realidad y
más aún su propia vida que depende el rumbo que le quiera dar, por
cierto, quiero agradecerle antes de que se me olvide, la gran
colaboración que este día me pudo prestar para esta terapia, sin usted,
esto hubiera llevado más tiempo.
Ella todavía con el corazón en la mano, me dijo: "Bueno, para eso estoy". Y aprovechando la coyuntura, lo llame de inmediato, pero me percaté de que nuestra nueva amiga, empezó a sudar frío a medida que Víctor Hugo se iba acercando. Ella mordisqueando sus labios de la pena y yo mordisqueando los míos para no reírme, todavía logré decirle: Acuérdese de la frase: "Safuca la Peluca". Llegó finalmente el paciente ficticio y le pregunte:¿Te habrán dado algunas monedas que me prestes para hacer efectivo el pago de tu tiempo en Internet? Por supuesto, me dijo él muy seguro de sí, pero me ratificó el préstamo al decirme: Pero me lo devolvés, ya que así es como pierdo el dinero. María del Carmen, desdibujando la comisura de sus labios y moviendo su cabeza a los lados, como queriendo decir no, pensó: "Este suela, si estuviera en un nivel normal, no tendría por qué cobrarle, pero bueno, él no está aún en esta realidad". Cuando volvió a conectarse con estos visitantes, lo primero que vio, fue mi mirada de: “La frase”, como rayo se situó nuevamente en la terrible realidad de hacer sentir como de la familia a nuestro amigo, que la verdad de todas las cosas, tenía la mirada perdida como queriéndose explicar el misterio que lo rodeaba. De pronto, oigo la frase calladita de María diciéndole: Sa…fuca la Peluca. Víctor Hugo, levantando la ceja hasta topar con la orilla de la cabellera, ligeramente me vio y me pregunto, como queriendo ver a los dos al mismo tiempo. ¿Qué? ¿Por qué me está diciendo eso? Yo, un tanto atormentado, le suplique a ella, que lo volviera a decir nuevamente, pero con la consabida seguridad, para que la fórmula fuera segura y le diera tal certeza al paciente imaginario que, todo volviera a la normalidad, fue cuando sacó fuerzas de su ser interior y le dijo: “Safuca la peluca”. Víctor con la mirada realmente desenfocada, esperaba una respuesta, más rápido que la misma frase, le dije: Es para que te sintás en confianza y que podas disfrutar del lugar. "Ah… bueno", dijo él, ya en tono respirado, entonces me lo puede decir cuantas veces quiera, así no tengo necesidad de pagar el Internet.
María,
ya había pasado el peor de los momentos, el color ya estaba nuevamente
en su rostro bonito y cobrizo y respiraba con una sonrisa de
tranquilidad y una mirada certera de que había vencido y dominado a un
loco. Yo, le extendí mi mano para saludarla y despedirme, guiñándole el
ojo, como felicitándola por haber depositado algo de psiquiatra en ella
y el dominio de que hacer cuando llegue cualquier otro loco a su
estación de trabajo. Mientras tanto Víctor Hugo que también tenía
cierta amabilidad cuando salimos, pero su plática empezó a enmudecer al
enterarse de mi interminable risa, finalmente me dijo: ¿Y vos loco, se
te pegó lo de la señorita que muy amable, pero completamente safada de
la mente, puchis vos, decirme Safuca la peluca… ¿Dónde se ha visto
eso?...
Ella tiene toda la razón, le dije interrumpiéndole su crítica, pues vos no te diste cuenta que así actúa una persona normal, al encontrarse ante un psiquiatra y su paciente, y en este caso, vos eras mi paciente, según le pude testimoniar a ella en tu inserción ante la sociedad, después de estarme fregando tanto en medio de mi urgencia por realizar mi trabajo, pero no te preocupes, algún día más tranquilo, escribiré esta anécdota que me ha hecho carcajearme tanto. Reímos los dos, aunque el ahora amigo normal, sabía del tenebroso tormento por el cual lo había hecho pasar, pero de todos modos, le determiné, que no se preocupara, pues loco que ya sabía de las verdades, era aquel queya se había recuperado y que le diera gracias a Dios.
Volvimos
a reír, pero en forma de venganza me recordó que todo estaba bien, pero
lo que no podía perdonarme eran los cuatro quetzales que me había
prestado, pues era parte de las monedas que siempre cargaba. Yo,
todavía carcajeándome le dije: No te preocupes, te voy a dar cinco, pues
esta terapia que hemos vivido, nos hubiera salido como en unos
ochocientos quetzales con un Psiquiatrade verdad. Reírnos por cinco
sencillos quetzales, es una de las cosas más baratas de esta vida.
Dios te bendiga, que te vaya bien... Nos despedimos, con la certeza de bregar en estos campos de la comunicación, donde las circunstancias de nuestro tiempo se enlazan con muchos otros, creando la armonía necesaria, para la tan difícil y atormentada convivencia entre humanos. Hasta la Próxima, amables Lectores. |
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