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sábado, 2 de noviembre de 2013

Los sabores de antaño, en la Guatemala de hoy.

Los sabores de antaño, en la Guatemala de hoy. PDF Imprimir E-mail
Sábado, 11 de Abril de 2009 12:45


Una de las grandes riquezas que tenemos los guatemaltecos, es el haber podido degustar a lo largo de nuestras vidas, las ricas viandas que ya venían como tradición y como legado de nuestros antepasados y que nos hacen ser verdaderos exigentes en el arte del buen comer.


Por: Antonio Moran del Cid
Guatemala, un país de olores, colores y sabores, donde las tradiciones y costumbres se han compenetrado completamente con el actuar social y cultural de su gente, que de hecho se convierte en el gran catador de los platillos diversos, que al disfrutarlos traen a la mente, recuerdos de antaño que añoran el compartir de épocas lejanas que tienen por promesa, repetirse por costumbre de año en año.
Recorrer las calles y avenidas de la capital guatemalteca o de cualquiera de sus comunidades, nos hace recordar el proceso histórico de esta nación, que fácil o difícil, hemos llegado como pueblo y como nación a estas alturas del camino, donde las tradiciones siguen siendo tesoros protegidos por las generaciones y es así como ese sabor entrañable, cien por ciento chapín, nos persigue estando cerca o en otras tierras lejanas y más que lejanas extrañas.
Nosotros que tenemos el privilegio de estar en nuestra Guatemala, vivimos y aunque quisiéramos no podemos dejar pasar desapercibido el olor y el sabor de un buen café, viendo el amanecer rojizo don destellos dorados, que oprimen lo platinado de lo último de la noche que ya quedo en el pasado y que se va perdiendo en el horizonte primitivo de estas milenarias tierras.  Emerge con los nuevos aires, el olor a frijoles fritos, colados y parados, que junto al olor de huevos cocinados de mil formas, juntamente al olor a tortillas y a pan recién hecho, se van dotando las fuerzas para conquistar el nuevo día.
Con los embates de una ciudad grande en un pueblo pequeño, nos enfrentamos con el problema del transporte y nuestras idiosincrasias, que ya hasta parecen pintorescas y de muy guatemaltecos, aunque no se ha perdido la costumbre y las buenas normas de ceder los asientos a los ancianos y señoras embarazadas o con algún niño en brazos.  Otros no pueden desaprovechar la oportunidad de pararse de inmediato, cuando una señorita entaconada, pone cara de cansada para lograr el asiento y sonreír, además de agradecer al culto guatemalteco, que ya para ese entonces, va con una cara de lobo en celo, pero con la preocupación de cómo entablar una sencilla comunicación con la afortunada, que ya para ese entonces, se acordó que tiene novio, es cuando su mirada se pierde en la marabunda que van con el afán del día.
La mañana avanza y llega a su mitad, cuando una corriente trae consigo una diversidad de olores que invitan a saborearlos casi como de inmediato empezando por los codiciados tamalitos de Chipilín, que son el queso Roquefort de nuestro país, su olor que es la insidia del hambre, invade cualquier rincón y no se diga su sabor… ¡ah…ya me dio hambre! Lo siguen los Chuchitos, tortillas con huevo duro, revuelto, estrellado, las tostadas con guacamol, con frijoles, con salsa, donde el olor a perejil y cebolla, hacen el tormento voraz de quererlos tener ya en las manos, por supuesto la servilleta es de papel periódico, pero que importa, lo importante es tener cuidado de no mancharse la corbata y no permanecer mucho tiempo con perejil en los dientes, pues nadie se atreve a decirle a uno, de todos modos ¿Para que? si es tan chistoso.
El ofrecimiento continúa, con los famosos panes con fríjol, guacamol, pollo, chiles rellenos y para los aguardentosos, el Comedor de la Abuelita Licha, en la zona 12 y el personal que prácticamente es toda la familia, tiene dispuestos los indiscutibles atoles como: Atol blanco, con pepita, sal, limón, frijoles y mucho, pero mucho chile, así como el atol de plátano, atol de elote, atol de haba y sin faltar el arroz en leche. Las fuerzas vuelven a su cause y la jornada continúa bajo fuerte presión, pues las responsabilidades son el tormento y cumplirlas otro tormento más, pero con la esperanza de mejorar los tiempos y llegar a buen recaudo.   Las noticias, periodísticamente pintadas de chisme, sobre los sucesos son deprimentes, hay guerra donde se tiene la ciudad de la paz, se crean conflictos donde se supone la existencia de armas monstruosas, sin conocerse aún los propios corazones, victimas inocentes de la barbarie, cuando se conoce que el ladrón robó pan para drogas y un celular ¿para que? pues no tiene hambre ni  a nadie a quien llamar, corrupción, la banda desmantelada eran policías de la nacional, jefes de carteles de la droga, eran comisarios de la PNC, que el gobierno actual está agotado, que los más cínicos quieren lanzarse nuevamente para ser Presidentes de la Nación y que los errores cometidos ya pasaron, ahora tienen la experiencia que el país necesita y el descaro de contar que a ellos no se les ha podido comprobar absolutamente nada, pues todo lo hicieron bien, tapando hasta sus propias fechorías.Arte culinario para todos es como se nos aparece en el sagrado libro del sabor:



Caldo de pollo, caldo de res, caldo de pata, caldo de mariscos, caldo de frijoles, caldo de Tumaca, pollo en los mil estilos, desde frito hasta empanizado, chorizos, longanizas, chiles rellenos, tortitas, acompañados de arroz, ensaladas y aguacates, carnes asadas, panza en salsa verde y roja, estofados.  Carnitas y tortillas con chicharrón,  Pepián, Jocón, hilachas, carne en amarillo, cremas de espárragos, zanahorias, gallo en chicha, coliflor, ejotes, chilaquilas envueltos en huevo, por supuesto un muñecón de tortillas, para que no estén molestando a cada rato y para concluir tenemos las opciones de lo dulce como: plátanos en crema, rellenitos, torrejas, molletes, nuegados, buñuelos. 
La agenda de mesa ya está puesta y por un momento nos hace olvidar la riqueza de las viandas que por su sabor, vuelven a emerger del bullicio, el quemante sol, el sonido de los aplausos al hacerse las tortillas y los majestuosos olores que conducen al mundo de los sabores, donde existen varias culturas fusionadas y el producto seguro en la excelencia del buen comer. Transcurre la semana y llega el tradicional jueves de los Paches, nuestro tamal de papa, y viernes y sábado, para comer los tamales negros y colorados, sin menospreciar los exquisitos tamales quezaltecos, yayay… y así podríamos continuar en una largo recorrido, queridos lectores, que ¿me imagino? a más de alguno se pudo saborear de estas exquisiteces, ya que nuestros sabores son tan inefablemente maravillosos, que solamente probándolos podrían comprender de lo que les escribo.
Pache y Chojín, apreciados lectores, son las palabras que me recuerdan que tienen en su ser interior un buen deseo y un buen sentido: Pacem, paz en latín  y Shalom, paz en hebreo, que es lo que el mundo necesita para disfrutar de una buena mesa, pues sin esta, no tendrían sentido los grandes banquetes. Bien podrían ser nuestros platillos,  otro de los aportes culturales para el mundo, pues con estas maravillas culinarias, creo que tendríamos un mundo más en paz. 

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